lunes, 16 de junio de 2014

EL DESASOSIEGO DE LAS PIEZAS BREVES DE SAMUEL BECKETT

El domingo, 15 de junio, tuve el placer de asistir a la puesta en escena de: CATÁSTROFE, VAIVÉN, FINAL DE PARTIDA, PASOS y  QUÉ DÓNDE en EA! Teatro.
Magistralmente dirigidas por Paco Redondo, contaba con un elenco de actores, brillante en su mayoría. Entre otros: José Zafrilla, Cleo Alcañiz, Juan Cris Perona... y, por supuesto, nuestra polifacética e hiperactiva ELSA SÁNCHEZ ROSA.








Se trataba de la segunda vez que estas obras se representaban.
 En principio, se trató de hacer una muestra del Taller de Gesto que Paco Redondo ha impartido durante este año en las dependencias del EA! Pero debido al éxito de la primera representación, tuvieron que repetirla este último domingo. Con igual éxito. Y es que no era para menos. 





Además de que en estos textos Beckett se desliga totalmente de lo literario, para practicar el ejercicio ascético que lleva a la conversión de la palabra en gesto y del gesto en silencio. Lo que en general se aprecia en la obra madura de Beckett, una vez destruido lo dramático, lo humano y lo artístico, es la nivelación de los diversos materiales que intervienen en el proceso creativo, la consideración indinferenciada de los elementos como materiales de superficie. Esto abre infinitas posibilidades de juego, tanto con ellos, como con los medios utilizados para su producción, de modo que la actividad dramatúrgica se desliga de su medio tradicional-el teatro- y entra en un espacio de colisión y encuentro con otros lenguajes y con otros medios que contribuyen a la transformación definitiva del concepto mismo de "escritura escénica" y refuerzan el acierto del concepto de "texto representacional".





Las "piezas breves" implican una verdadera subversión del concepto mismo de las pautas de  producción teatral vigentes. Se trata de un teatro de cámara que exige espacios pequeños, pues es un teatro sin espectáculo, hecho para el susurro. Es un teatro de la mente, "frescos del cráneo" tal como los llama el autor.
Prescinde de la escenografía tradicional. exige del actor técnicas muy diferentes de lo usual. Una gestualidad desposeída de los tics explicitados de los actores, el proceso de despojamiento al que debe someterse el actor aún va más lejos, hasta el punto de que debe prescindir incluso de la comprensión.
La relación del público ante una pieza de Beckett es exactamente la misma que la de sus personajes frente a las situaciones que viven.
Y todo eso, que parece tan complicado, lo consigue Paco con sus actores. 
Enhorabuena a todos ellos.



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