Ubú rey es una obra teatral de Alfred Jarry, estrenada el 10 de diciembre de 1896 en París. A partir de este estreno, el teatro experimenta cambios definitivos, rompiendo así con una fuerte tradición al renovar tanto la escritura dramática como los conceptos de puesta en escena, desde la iluminación, vestuarios, utilización de máscaras, gestualidad actoral, etc. Convirtiéndose, Alfred Jarry, con esto, en uno de los precursores más importantes del surrealismo, del dadaísmo y del teatro del absurdo
Y podemos asegurar que sigue tan viva y es tan cómicamente provocadora como lo fue a finales del S. XIX. Esta mañana hemos podido comprobarlo. Sesenta alumnos del Bachillerato de Artes y tres profesoras (Esperanza Chacón, Paula Lloret y una servidora) nos hemos reído hasta las lágrimas con un grupo de actores, pertenecientes a la compañía Tercero Izquierda, y dirigidos por el gran Paco Redondo (quien, dicho sea de paso, también actúa, dando vida a varios de los personajes).
La obra fue escrita por Jarry cuando este contaba tan solo quince años, como burla a su profesor de Física, al cual odiaba. Pero es también una parodia de Hamlet. La exclamación "¡MERDRE!" da comienzo a la obra, dejando al descubierto el personaje de Ubú: una representación de lo grotesco y humanamente innoble del poder político y el gobierno.
El capitán de ejército polaco, ex Rey de Aragón y gran doctor en Patafísica, Ubú, instigado por su mujer, decide derrocar al Rey de Polonia, Venceslao, con la ayuda del Capitán Prosticulo y su ejército, instalando una terrible tiranía. Tontolinato, hijo del antiguo rey, logra escapar de la matanza de su familia, acudiendo al apoyo del zar de Rusia, quien le concede el control de un ejército para poder recuperar su corona. Mientras, Ubú rey sube los impuestos a cifras inconcebibles, castigando a pequeños y grandes comerciantes, haciendo constante uso corrupto de su poder. Una vez que el príncipe Tontolinato llega con su ejército, Ubú deja a Polonia en las manos de su mujer y parte a la guerra, donde es derrotado. Perseguido luego del desastre, se encuentra por azar con su esposa y juntos escapan de Polonia en barco, gracias a la ayuda de alguno de sus fieles.
Con una sencillísima escenografía, compuesta básicamente de un cajón de madera, convertible en un palacio, en un barco...y un vestuario totalmente descabellado, los actores se crecen en el escenario y nos hacen partícipes de su particular y absurda aventura.
La música, cuidadosamente escogida (predominando la música balcánica) también juega un importantísimo papel.
A nuestro humilde parecer, Paco y los suyos, nos ofrecen una puesta en escena redonda. Totalmente recomendable. Y, por cierto, para quien no se la quiera perder, el 20 de Enero estarán de nuevo en la Saramago.
En la imagen superior, los actores respondiendo a las preguntas que los alumnos les han hecho, una vez terminada la función
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